CANNES D-5: FAHRENHEIT 451

– CANNES D-5: FAHRENHEIT 451 –

 

 - ¡Prended fuego! - 

 
Netflix no está en Cannes; pero, HBO sí. Con Fahrenheit 451 de Ramin Bahrani, en sesión de media noche y fuera de competición, la cadena estadounidense nos ha brindado su cuento antifascista con bomberos pirómanos (Michael B. Jordan, Michael Shannon): una adaptación de la novela de Ray Bradbury de 1953 ahora ambientada en la época de las fake news, los Facebook live y los e-books.
 
En una ciudad plantada en mitad del Medio Oeste de Estados Unidos, más concretamente en Ohio, en las fachadas del batiburrillo de rascacielos visibles en el downtown, se proyectan en sesión continua unos Facebook live. En ellos, lo que sobre todo vemos son las llamas devorando cajas de libros, discos duros llenos de e-books e incluso bibliotecas enteras, pues aquí «el conocimiento equivale al caos» al tiempo que «por el fuego viene igualdad»: lógico para unos habitantes acostumbrados a reaccionar a las maniobras de los bomberos encargados de provocar colosales incendios a fuerza de emojis pirueteando entre dos pavesas. La distopía adquiere forma de imagen merced a Ramin Bahrani, que se suma a adaptar este clásico del estadounidense Ray Bradbury publicado en 1953, en plena caza de brujas del mccarthismo. Una transposición que, ya en 1966, intentara François Truffaut al modo de la Nouvelle Vague. En esta ocasión, el ahora celebérrimo Michael B. Jordan es Guy Montag, el bombero pirómano sumido en un mar de dudas. En cuanto al capitán Beatty, el diligente jefe de la brigada de intervención, está interpretado por Michael Shannon. Ambos dirigen la moral de esta película de HBO que estará disponible en Estados Unidos a partir de la semana que viene, algo que viene de perlas, pues, aunque Ramin Bahrani pone en escena un futuro lejano marcado por una misteriosa «segunda guerra civil» que provoca ocho millones de muertos, parece que el cineasta quiere acercarse lo más posible a la situación actual de Estados Unidos, país bajo el yugo del ya bien conocido Donald Trump. Y como no podía ser de otro modo, la película habla de fake news y de reportajes falseados, de la desaparición de la prensa y de ese paraíso de democracia liberal que es el país vecino, Canadá.


 

La vigilancia generalizada se ha convertido en moneda corriente con la presencia constante de una pequeña GoPro con trípode en cada hogar. Para distraerse, las salidas a los bares están amenizadas con cascos de realidad virtual; y el intelectualismo es el enemigo declarado. Así que, a golpe de lanzallamas, Guy Montag, acompañado de su jefe, prende fuego a todos los ladrillos clásicos que caen en sus manos. Pero Michael «Guy» Jordan no es víctima de tal engaño durante mucho tiempo. Gracias a Clarisse (Sofia Boutella), una «Eels» —los rebeldes de este régimen— que revende libros y cuelga libros electrónicos en la darknet de la época, se da cuenta de que está siendo manipulado y, por lo tanto, no le queda más remedio que reaccionar. Ramin Barhrani se dio a conocer con filmes políticos, como Chop Shop o 99 Homes. Esta vez, su propósito es señalar la verdad con el dedo, arriesgándose incluso a perder sutilidad por el camino: primer plano del rostro de Michael B. Jordan atónito, en plena crisis existencial mientras observa a una mujer alfabetizada inmolándose mientras recita a Steinbeck. Y frases de choque, y en ocasiones cómicas, al son de «la revolución no es una fiesta», como dice una rebelde, o «Si no quieres que una persona sea infeliz, no le muestres las dos caras de un asunto», como dice Michael Shannon. Con unas pantallas más grandes y, por añadidura, neones de colores, Ramin Bahrani emprende su lucha antitrumpiana con el clásico de la ciencia ficción distópica. Simplemente nos advierte, pero nada más. 
Domingo, 13 de mayo de 2018